Estamos impactados por los niveles de violencia en la Araucanía. Los mapuche convocaron a una cumbre para manifestar la voluntad de diálogo de las comunidades, pero también para pedir autogobierno, indemnización del Estado, no sólo en dinero, sino también en tierras, el retiro de las fuerzas policiales de las comunidades en conflicto, entre otros. Las demandas exigen soluciones de fondo.
Sin duda, estamos frente a un problema político, histórico entre el Estado y los pueblos indígenas, al que se debe responder con justicia y desde lo político, no con más violencia, ni enviando más carabineros a las comunidades. El gobierno y el Estado pueden hacer del problema una oportunidad para dar soluciones a las demandas por derechos colectivos de los indígenas y mapuche en particular.
La lucha del pueblo mapuche es una lucha por los Derechos Humanos. Defender la lengua materna es defender la dignidad humana. La lengua forma parte de nuestra creatividad; no existe otra especie dotada de un lenguaje compuesto por un sistema finito de signos que permita crear infinitas frases, imaginar infinitos mundos, realidades nunca vistas. El alfabeto del español cuenta de 27 sonidos y el del mapudungun 26; estos sistemas lingüísticos nos diferencian de las otras especies.
La ocupación de la Araucanía por el Estado chileno significó entre otros la imposición del castellano como única lengua, la instalación de la escuela, la desaparición de comunidades, usurpación de las tierras. La escuela no sólo ignoró la cultura de los pueblos, los profesores prohibieron el mapudungun, castigaron a los niños por hablar su lengua, dañaron profundamente su dignidad e identidad, y ha condenado a las comunidades a los índices educativos más bajos del país.
Hoy, la demanda por la educación intercultural para todos, y por una educación entre culturas, es una propuesta generosa por parte los indígenas y muy compleja para el Estado y los gobiernos. Es como decir: aquí está mi lengua, mi cultura, mis saberes, valores y quiero compartirlos con ustedes, en un contexto de respeto y de derechos. Por lo mismo, es compleja, implica de-construir la historia de dominación, de racismo y de discriminación de más de dos siglos.
Una educación intercultural inclusiva para todos los chilenos conducirá a que las nuevas generaciones conozcan y valoren las culturas originarías. Esto permitirá vencer los prejuicios, los miedos, los estigmas que por años han cautivado principalmente a la prensa, a la escuela, a la sociedad, sobre los indígenas como flojos, violentos, borrachos. Chile necesita valorar y querer a sus pueblos indígenas y para que ello ocurra, primero debe conocerlos, aprender de su historia, cosmovisión, valores, conocimientos; no se puede valorar lo que no se conoce, ni menos querer lo que se desconoce. La diversidad exige un cambio de paradigma y de diálogo epistemológico con las culturas originarias. Este es el gran desafío de la educación y de las universidades en particular.
Reconocer los derechos lingüísticos de los pueblos es parte de las demandas de fondo. El uso público de los idiomas indígenas en los territorios tiene un valor cultural enorme y un costo económico, como lo tiene también el implementar programas de promoción de la diversidad cultural en la televisión pública. Le corresponderá al Estado reparar, indemnizar, y porque no, pedir perdón por la usurpación de las tierras, la desaparición de las lenguas, la discriminación.
Cuando los mapuche hablan de la necesidad del perdón, es porque necesitan sanar las heridas abiertas provocadas por las políticas del Estado, y porque buscan medidas de reconciliación. El perdón es un acto de reparación, de sanación para las víctimas y de humildad por parte de quien lo solicita. Otros Estados lo han hecho: Australia el año 2008 pidió disculpas por los años de colonización del Estado a los indígenas; Patricio Aylwin, cuando fue Presidente pidió perdón por las violaciones de derechos humanos durante la dictadura. Ahora, deben responder los gobiernos de turno. Los mapuche ya han entregado sus propuestas.
(*) Académica del Departamento de Educación de la U. de Santiago.
La lucha del pueblo mapuche es una lucha por los Derechos Humanos. Defender la lengua materna es defender la dignidad humana. La lengua forma parte de nuestra creatividad; no existe otra especie dotada de un lenguaje compuesto por un sistema finito de signos que permita crear infinitas frases, imaginar infinitos mundos, realidades nunca vistas. El alfabeto del español cuenta de 27 sonidos y el del mapudungun 26; estos sistemas lingüísticos nos diferencian de las otras especies.
La ocupación de la Araucanía por el Estado chileno significó entre otros la imposición del castellano como única lengua, la instalación de la escuela, la desaparición de comunidades, usurpación de las tierras. La escuela no sólo ignoró la cultura de los pueblos, los profesores prohibieron el mapudungun, castigaron a los niños por hablar su lengua, dañaron profundamente su dignidad e identidad, y ha condenado a las comunidades a los índices educativos más bajos del país.
Hoy, la demanda por la educación intercultural para todos, y por una educación entre culturas, es una propuesta generosa por parte los indígenas y muy compleja para el Estado y los gobiernos. Es como decir: aquí está mi lengua, mi cultura, mis saberes, valores y quiero compartirlos con ustedes, en un contexto de respeto y de derechos. Por lo mismo, es compleja, implica de-construir la historia de dominación, de racismo y de discriminación de más de dos siglos.
Una educación intercultural inclusiva para todos los chilenos conducirá a que las nuevas generaciones conozcan y valoren las culturas originarías. Esto permitirá vencer los prejuicios, los miedos, los estigmas que por años han cautivado principalmente a la prensa, a la escuela, a la sociedad, sobre los indígenas como flojos, violentos, borrachos. Chile necesita valorar y querer a sus pueblos indígenas y para que ello ocurra, primero debe conocerlos, aprender de su historia, cosmovisión, valores, conocimientos; no se puede valorar lo que no se conoce, ni menos querer lo que se desconoce. La diversidad exige un cambio de paradigma y de diálogo epistemológico con las culturas originarias. Este es el gran desafío de la educación y de las universidades en particular.
Reconocer los derechos lingüísticos de los pueblos es parte de las demandas de fondo. El uso público de los idiomas indígenas en los territorios tiene un valor cultural enorme y un costo económico, como lo tiene también el implementar programas de promoción de la diversidad cultural en la televisión pública. Le corresponderá al Estado reparar, indemnizar, y porque no, pedir perdón por la usurpación de las tierras, la desaparición de las lenguas, la discriminación.
Cuando los mapuche hablan de la necesidad del perdón, es porque necesitan sanar las heridas abiertas provocadas por las políticas del Estado, y porque buscan medidas de reconciliación. El perdón es un acto de reparación, de sanación para las víctimas y de humildad por parte de quien lo solicita. Otros Estados lo han hecho: Australia el año 2008 pidió disculpas por los años de colonización del Estado a los indígenas; Patricio Aylwin, cuando fue Presidente pidió perdón por las violaciones de derechos humanos durante la dictadura. Ahora, deben responder los gobiernos de turno. Los mapuche ya han entregado sus propuestas.
(*) Académica del Departamento de Educación de la U. de Santiago.
Foto Marco Avilés.
1 comentario:
Habla de una propuesta generosa, sin embargo lo que trata de hacer es imponer sus ideas y exigencias.
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